El suspenso es esa falencia que se hace rogar.
Ese astro que parece lejano y que cuando se acerca puede hacer
eclipsar la razón y la llena de un sinfín de emociones.
A veces puede ser una falacia, la espera de algo que nunca existió.
Sea como fuere, puede ser un gran seductor que columpie en medio de
la quietud de la rutina, esa que aunque el inconsciente colectivo dice “estar a
las corridas”, suele estancar.
La espera agrega adrenalina para algunos, para
otros es como un sedante o un inhibidor, está en el modo que se absorbe en el espíritu.
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