domingo, 29 de marzo de 2015

La verdadera distancia

La verdadera distancia a veces no son cuadras, días, sino el abismo de la incertidumbre, el sinsabor de una comunicación  recortada, rebajada,  un sentir disfrazado, o la incomprensión de la etimología  actitudinal o aptitudinal.

Puede ser de ayuda poner distancia o inclusive que nos la impongan, para acomodar ideas, sentires, y de esa manera saber si vale o no la pena seguir con ese lazo que la vida en algún momento proporcionó.

A veces uno se empeña en armar un rompecabezas, sin siquiera saber si la figura final será lo que realmente agrada.

El insomnio consensuado por alejamientos, dudas sobre culpabilidad, como la quietud obsecuente, pueden ensordecer la razón, aún así,  desordenar la mente cada tanto no viene mal, siempre y cuando tenga un fin en todo sentido de la palabra.

Hay silencios que retumban más que muchas palabras e inclusive enseñan, la clave esta en saber como tomarlos.


Lo importante es tratar de nunca poner distancia de uno mismo.