martes, 17 de septiembre de 2013

In Eternum

Dicen que la espera vale la pena cuando algo se desea mucho.
Pero por más que nos rebalsen las ansias, ¿ellas valen el tiempo, las ganas enfrascadas
en pensamientos?

Generalmente la paciencia es directamente proporcional al valor del tesoro que se busca, aunque a veces la desesperación, el cinismo o incluso el aburrimiento pueden pesar más.

La experiencia, la conciencia o el juicio propio muchas veces son enemigos del poder de determinación que se lleva dentro, y mucho más aun los ajenos que nos comparten otros.

¿Hasta cuando es prudente, es sabio o es siquiera sano seguir esperando?
Además, ¿de qué trata la espera?

Es una atadura mental a una utopía que no necesariamente es el edén que necesitamos.
Las probabilidades pueden ser anclajes a un suplicio, las conjeturas tratan de arrimar a una certeza que parece inalcanzable.


O quizás ésta sea la sala de estar para un festín que ofrece la vida.


martes, 10 de septiembre de 2013

Sin analizar


A veces en la búsqueda del sentido de los hechos, de las secuencias que se sienten relevantes, uno puede terminar perdiéndose a si mismo.

Si bien como seres cognitivos es algo innato el análisis, y muchas veces esto ilumina pasadizos mentales, otras tantas enceguece el desperdigue de información tanto empírica como engendrada en las propias sienes.
Por más que uno se sumerja acorazado en ese océano de suposiciones, supuestas personas, supuestos personajes, es más factible ahogarse en conjeturas que llegar a un acierto, o al menos algo que eduque la manera de atinar.

Hay situaciones que no merecen una mera interpretación ni tampoco ser archivadas, simplemente tomarlas como un eslabón más en la cadena de sucesos que recrean la vida. Eso no les quita merito, sino que las ubica en un peldaño inocuo.

Las intrigas que no se sacian, fagocitan la calma, consumen minutos que bien se podrían estar usando para una nueva experiencia.