lunes, 25 de noviembre de 2013

Obnubilarse con lo desconocido

Las intrigas muchas veces superan cualquier realidad.
Porque no hay mejor manjar que el que aun no se ha probado.
Aunque ya nos deleitamos con tantos, siempre puede haber uno superior por conocer.
Súbitamente el resto se vuelve poco, mas de lo mismo, ya nada alcanza a saciar la sed de adentrarse en lo desconocido.

Para que surja un imperio hubieron sus soñadores, pero también había en que sostenerlo. 
Y cuando la fantasía ahogó las estadísticas y probabilidades, la gloriosa panacea se disolvió ante la ceguera de su creador.

Sin embargo, no siempre terminó en tragedia el hambre de soñar desaforadamente.
Quizás hubiera sido peor la falta de ese desenfreno que los excesos que podría desencadenar.
Si las acciones se limitasen a la seguridad de lo fáctico, probablemente no tendrían tanta grandilocuencia, no provocarían gran impacto.


Cualquier lógica se escapa de un buen soñador ya que las coherencias pueden ser posibles asesinas de los tesoros de la mente.

martes, 17 de septiembre de 2013

In Eternum

Dicen que la espera vale la pena cuando algo se desea mucho.
Pero por más que nos rebalsen las ansias, ¿ellas valen el tiempo, las ganas enfrascadas
en pensamientos?

Generalmente la paciencia es directamente proporcional al valor del tesoro que se busca, aunque a veces la desesperación, el cinismo o incluso el aburrimiento pueden pesar más.

La experiencia, la conciencia o el juicio propio muchas veces son enemigos del poder de determinación que se lleva dentro, y mucho más aun los ajenos que nos comparten otros.

¿Hasta cuando es prudente, es sabio o es siquiera sano seguir esperando?
Además, ¿de qué trata la espera?

Es una atadura mental a una utopía que no necesariamente es el edén que necesitamos.
Las probabilidades pueden ser anclajes a un suplicio, las conjeturas tratan de arrimar a una certeza que parece inalcanzable.


O quizás ésta sea la sala de estar para un festín que ofrece la vida.


martes, 10 de septiembre de 2013

Sin analizar


A veces en la búsqueda del sentido de los hechos, de las secuencias que se sienten relevantes, uno puede terminar perdiéndose a si mismo.

Si bien como seres cognitivos es algo innato el análisis, y muchas veces esto ilumina pasadizos mentales, otras tantas enceguece el desperdigue de información tanto empírica como engendrada en las propias sienes.
Por más que uno se sumerja acorazado en ese océano de suposiciones, supuestas personas, supuestos personajes, es más factible ahogarse en conjeturas que llegar a un acierto, o al menos algo que eduque la manera de atinar.

Hay situaciones que no merecen una mera interpretación ni tampoco ser archivadas, simplemente tomarlas como un eslabón más en la cadena de sucesos que recrean la vida. Eso no les quita merito, sino que las ubica en un peldaño inocuo.

Las intrigas que no se sacian, fagocitan la calma, consumen minutos que bien se podrían estar usando para una nueva experiencia.


lunes, 22 de abril de 2013

Momentos


Lo mágico en los primeros y lo trágico de lo últimos  es que ambos generalmente pasan desapercibidos hasta que se inicia el origen o el final de una historia.

Son tesoros enfrascados en minutos que bien pueden ser una fragancia eterna.
Son amuletos u advertencias, son cadenas mentales o un anzuelo para una aventura pasajera o para un boleto solo de ida.
Son inspiración para crear más de la misma índole, o para generar una némesis que los elimine o que los supere.
Su valor puede subir o bajar de acuerdo a lo que tasen los ángeles y verdugos de las emociones.
Generalmente van a parecer ínfimos los dichosos, ya que esos nunca van a tener la cantidad suficiente de minutos para saciar el hambre de felicidad que el espíritu humano suscita.

Pero también está ese momento inequívoco, ese que acelera las palpitaciones, que despega ojos y sienes cual nave espacial, ese mismo instante en que descubrimos que es nuestro.

jueves, 28 de marzo de 2013

No tan distintos


Es innato desde edad temprana notar lo que discrepa con nuestro mundo. Pero el quid es el accionar que se efectúa frente a ello.
Todos tenemos prejuicios, negarlo es absurdo y un prejuicio en si mismo.
Lo importante es vencerlos y así poder abrirse a conocer lo distinto.

No es cuestión de aceptar al otro, ya que todos estamos al mismo nivel dentro de nuestra humanidad, nadie tiene superioridad ni poder por encima del otro (antropológicamente hablando) para decidir si alguien es digno de aceptación, sino que se trata de abrirse, compartir, descubrir.

De las divergencias en conjunto pueden surgir muchas luces. Los diversos matices pueden acercarnos a una veracidad, mucho más que la opacidad de lo cotidiano.
Justamente por esa razón, hay agentes que se dedican a utilizar la oquedad de algunos y la ingenuidad de otros para así transformar al distinto en enemigo.

Aunque escuchar la campana favorita regocije, si no hay otros tintineos, se puede volver monótono, aburrido.

Más allá de nuestras aparentes diferencias tan abismales, en el fondo queremos que la mirada ajena sea dócil y amable con nosotros, considero que esa es una gran similitud