Intente evitar el cliché de hablar de un tema tan renombrado
hoy en día, los medios.
Pero la bilis rebalsa, arcadas sucesivas luego de ver las atrocidades de la parodia de una realidad que cuesta animarse a ver, porque es muy difícil soportarla.
Pero la bilis rebalsa, arcadas sucesivas luego de ver las atrocidades de la parodia de una realidad que cuesta animarse a ver, porque es muy difícil soportarla.
Convierten victimas en victimarios y viceversa.
Se alimentan mayormente de la ira, así como la fagocitan la devuelven in eternum.
Es un abuso que televidentes, oyentes, internautas permiten una y otra vez.
Porque como un eco incesante hacen que la cadena de falacias prosiga su puto curso.
Hay quien considera que un personaje con un micrófono debe
ser el paladín de la verdad, bien olvidan que es un asalariado y lo que ello
implica.
Cada uno según su bando elije el cuadro que mayor lo
represente, y por ende mirando sus partidos incrementará esas ansias de
pertenencia.
La realidad está fuera de la comodidad del hogar, por las
calles, a la vuelta de la esquina, pero se necesita una caja boba que la
explique, que la desglose, que traduzca a su antojo.
Tampoco digo que todo lo que informa son puras mentiras,
sino que son inevitablemente subjetividades.
Aun nombrando solamente los hechos sin calificativos,
enumerándolos, ya se pondera uno por encima de otro, de acuerdo a su lugar en
la lista.
De todas maneras, así como las urnas las llenamos nosotros, en nuestras manos tenemos un control remoto.