lunes, 21 de abril de 2014

Muertos en vida


Hay muchas pérdidas durante la caótica existencia, pero las que más pesan son las inconclusas, el extravío de las personas que aun respiran a lo lejos.

Algunas de estas almas, nos hicieron sentir su palpitar cerca, casi al punto de hacernos temblar; o nos cubrieron con el rocío de su llanto, o su risa nos elevó a la estratósfera, o viceversa… y todo ello quedó en un limbo, un limbo en el que no habitan los seres que quisimos, si no las ideas que tenemos sobre ellos.

Las únicas cenizas a las que se puede llorar son las que quedan en nuestra mente.

Aunque la distancia y el tiempo son verdugos acérrimos, la mente puede ser el Cristo para todos aquellos difuntos en vida.

jueves, 3 de abril de 2014

Valió la pena


Generalmente se idealiza el pasado. Cuanto más remoto se encuentra ese Adonis, y no necesariamente por un factor temporal, más grandilocuente nuestra mente lo muestra.

Mientras se transita por el valle de la nostalgia, un sendero tan luminoso pero con un fulgor que puede llegar a opacar, se vislumbra que la alegría y la tristeza retozan.

Cuando solo quedan los resabios de esa dicha, de ese placer, de ese antojo que la vida o el destino, o a la puta cosa que queramos atribuir, nos lo dio y en un destello nos arrebató, es inevitable pensar si algo validero quedó.

Porque no sólo quedan la hambruna de ansias y el lánguido e interminable túnel del desconcierto, sino también surgen los porqués. Nace una responsabilidad que no buscábamos, que no se nos había cruzado ni por asomo. Y así mismo no podemos evitar preguntarnos: ¿habrá valido la pena?