lunes, 24 de septiembre de 2012

Odio al prójimo

El desprecio por el otro es un espejo de la inseguridad del ser.

Quien discrimina, demuestra la pobreza de su ego, al intentar inflarlo rebajando a otro.

Muchos tienen miedo de acabar comportándose o viviendo como quienes aborrecen.

Otros simplemente toman prestado ese sentimiento para formar parte de cierto grupo, ergo también denotan inseguridad.

Con este temor, se puede manipular fácilmente para propósitos ajenos al bien tanto del que tiene miedo como al que lo inspira.

El desdén hacia el que dista del estatus de uno, es un negocio muy rentable desde tiempos remotos.

Mientras unos acribillan a otros con menosprecios, unos pocos se regocijan con el vil espectáculo en un coliseo que se engrandece día a día, llenando así sus monstruosas arcas.


Pero, es más fácil ver los baches de otros, que a quien inunda un vacío con sentimientos iracundos, que van socavando hasta lograr una hegemonía despótica.

Entre los escombros del amor propio nace una ira que pretende destruir al de los demás.
La soberbia de creer tener la razón, sepulta la raíz de esa equidad vacua.

Más allá de nuestras máscaras, en el fondo, muy en él, todos ansiamos lo mismo. Sin embargo, nos empecinamos en ver nuestras diferencias, eludiendo que nuestra máscara era lo que teníamos a mano, al igual que nuestro prójimo.


lunes, 17 de septiembre de 2012

Somos máquinas de desear


Cuanto más anhelamos, menos tenemos ya que mentalmente esa falencia resta y compacta a nuestro reino de posesiones.

Es grato tener ilusiones, ansiar otros paisajes que enarbolen el espíritu, otras emociones que fagociten ansiedades, pero hay que impedir imperiosamente que ahoguen lo que ya atesoramos.

No es cuestión de ser conformistas, sino de visualizar el maremágnum de posibilidades que se nos ofrecen con lo que ya contamos.

Lo que ansiamos, puede ser algo que nos regocije o lo que nos hunda aun más en el engorroso valle del desabastecimiento continuo.



Primordial es saber la razón de ese deseo, ¿es algo que uno realmente quiere o el espejo de otro?, ¿es el yo o el “súper yo” quien domina el hambre de nuestras bestias?

Finalmente cuando conseguimos, -¡oh si!- aquello que tanto buscábamos, el siguiente anhelo está a la vuelta de la esquina.