jueves, 28 de marzo de 2013

No tan distintos


Es innato desde edad temprana notar lo que discrepa con nuestro mundo. Pero el quid es el accionar que se efectúa frente a ello.
Todos tenemos prejuicios, negarlo es absurdo y un prejuicio en si mismo.
Lo importante es vencerlos y así poder abrirse a conocer lo distinto.

No es cuestión de aceptar al otro, ya que todos estamos al mismo nivel dentro de nuestra humanidad, nadie tiene superioridad ni poder por encima del otro (antropológicamente hablando) para decidir si alguien es digno de aceptación, sino que se trata de abrirse, compartir, descubrir.

De las divergencias en conjunto pueden surgir muchas luces. Los diversos matices pueden acercarnos a una veracidad, mucho más que la opacidad de lo cotidiano.
Justamente por esa razón, hay agentes que se dedican a utilizar la oquedad de algunos y la ingenuidad de otros para así transformar al distinto en enemigo.

Aunque escuchar la campana favorita regocije, si no hay otros tintineos, se puede volver monótono, aburrido.

Más allá de nuestras aparentes diferencias tan abismales, en el fondo queremos que la mirada ajena sea dócil y amable con nosotros, considero que esa es una gran similitud