Ese pensamiento salva existencias.
El riesgo funciona como
una droga muy potente, que puede elevar a niveles excelsos
el ánimo y propulsar de manera inminente las ansias de obtener más.
Nada tan aburrido como vivir una existencia sin tomar riesgos, llevar a mano algún atajo racional que
decapite ese momento de incertidumbre.
Esa clase de actitudes
empobrecen el espíritu, mutilan la urgencia del porvenir.
Tampoco la idiotez de
hacer todo por el simple hecho que “se puede”.
Si no que, si hay algo que
vale la pena, al demonio los prejuicios y miedos, tomar la carta aunque sea la
única y jugarla con firmeza.
Si no resulta como uno
quiere, al menos la duda fue aniquilada y ya no habrá “quizás” en el asunto.
Siempre hay que tratar de
recordar que nada es irreversible en este carrousel de emociones y situaciones
que llamamos vida …
La muerte ya la tenemos
asegurada, entonces, ¿qué esperamos a disfrutar la vida?