Los sueños nos impulsan, nos levantan día a día.
Pero, ¿qué pasa cuando descubrimos que hay que sepultarlos?
Es difícil despegarse de algo conocido que anidaba en lo
profundo del ser, pero mucho más de una idea, de una chance, de un desliz
utópico.
Lo que era, ya fue, pero lo que nunca fue, es imposible comprobar, nunca se materializó para que desnudemos el incierto con nuestros propios ojos para bien o para mal.
Lo que era, ya fue, pero lo que nunca fue, es imposible comprobar, nunca se materializó para que desnudemos el incierto con nuestros propios ojos para bien o para mal.
Por ende, seguirá latente hasta que en la mente se cree un universo
capaz de aniquilar aquella ansiada travesía frustrada.
La paciencia juega sin mirar relojes, dependerá de la razón poner un
punto final a esos caprichos que quizás impiden ver posibilidades mas fáctibles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario