lunes, 17 de septiembre de 2012

Somos máquinas de desear


Cuanto más anhelamos, menos tenemos ya que mentalmente esa falencia resta y compacta a nuestro reino de posesiones.

Es grato tener ilusiones, ansiar otros paisajes que enarbolen el espíritu, otras emociones que fagociten ansiedades, pero hay que impedir imperiosamente que ahoguen lo que ya atesoramos.

No es cuestión de ser conformistas, sino de visualizar el maremágnum de posibilidades que se nos ofrecen con lo que ya contamos.

Lo que ansiamos, puede ser algo que nos regocije o lo que nos hunda aun más en el engorroso valle del desabastecimiento continuo.



Primordial es saber la razón de ese deseo, ¿es algo que uno realmente quiere o el espejo de otro?, ¿es el yo o el “súper yo” quien domina el hambre de nuestras bestias?

Finalmente cuando conseguimos, -¡oh si!- aquello que tanto buscábamos, el siguiente anhelo está a la vuelta de la esquina.

3 comentarios:

  1. El deseo es lo que moviliza a las personas, pero tambien es lo que genera el odio, la envidia y mas de las actitudes negativas del ser humano, es cuestion de saberequilibrarlo

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  2. y sí... es parte de la formación del aparato psiquico... nunca dejaremos de desear. Siempre que obtenemos algo, nunca va a ser como la primera vez y además siempre querremos algo nuevo...

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  3. Excelente Paulis, brillante y muy certero. Agrego: el deseo tiene que ser el combustible que impulse al vehículo hacia las metas, el problema surge cuando el deseo se nos convierte en el vehículo mismo. Ahí la pudrimos.

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