martes, 10 de septiembre de 2013

Sin analizar


A veces en la búsqueda del sentido de los hechos, de las secuencias que se sienten relevantes, uno puede terminar perdiéndose a si mismo.

Si bien como seres cognitivos es algo innato el análisis, y muchas veces esto ilumina pasadizos mentales, otras tantas enceguece el desperdigue de información tanto empírica como engendrada en las propias sienes.
Por más que uno se sumerja acorazado en ese océano de suposiciones, supuestas personas, supuestos personajes, es más factible ahogarse en conjeturas que llegar a un acierto, o al menos algo que eduque la manera de atinar.

Hay situaciones que no merecen una mera interpretación ni tampoco ser archivadas, simplemente tomarlas como un eslabón más en la cadena de sucesos que recrean la vida. Eso no les quita merito, sino que las ubica en un peldaño inocuo.

Las intrigas que no se sacian, fagocitan la calma, consumen minutos que bien se podrían estar usando para una nueva experiencia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario